Ramón Luis Miranda, mucho más que el médico de Martí.
Orgullo cubano.
Es reconocido como el médico de José Martí, debido a su labor asistencial durante los últimos años de vida del Héroe Nacional cubano, pero destacó en otros aspectos poco divulgados
El doctor Ramón Luis Miranda, quien nació en Matanzas el 29 de julio de 1836, es recordado en la historia por ser el médico de nuestro Héroe Nacional José Martí, pero en realidad fue mucho más, pues destacó en diferentes ramas de la medicina cubana, como la Oftalmología y la Neurología.
A los ocho años su familia se traslada a La Habana, donde estudia en el Colegio El Salvador, institución dirigida por el patriota José de la Luz y Caballero. Después de culminar los diferentes niveles de escolaridad con excelentes resultados, en 1853 matricula la carrera de Medicina y aprueba con notas sobresalientes los dos primeros cursos.
Viaja a París e ingresa en la Facultad de Medicina, donde se interesa por la Oftalmología, lo cual se evidencia en la revista Eco de París, que fundó junto a otros cubanos que cursaban estudios allí. En junio de 1857 publica su primer artículo en el que describe el tratamiento de diversas enfermedades y los resultados.
Luego, en la sección Clínica Médica, escribe sobre el vértigo. Así presenta casos, en los que hace referencia a la forma de diagnosticarlos, los tratamientos y resultados, e insiste en que puede aparecer unido a enfermedades del aparato de la visión. El 10 de mayo de 1861 se gradúa de médico.
De Francia se traslada a España, donde dada la procedencia francesa, se le obliga a examinar todas las asignaturas. Su examen de grado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid también fue muy notable.
Al regresar a Cuba tenía 25 años; instaló su consultorio en La Habana y poco a poco se ganó la admiración de sus pacientes. Gran parte de ellos vivían en los barrios pobres, cuarterías y solares. Dicen que no percibía los honorarios y muchas veces dejaba el dinero junto a las recetas para la compra de las medicinas; y también fueron muchas las noches en que interrumpía el sueño para acudir a la casa de un pobre necesitado de sus servicios.
Fue facultativo de la sección de ciencias del Liceo Artístico y Literario de La Habana, médico de la junta de Caridad del Cerro y de la Casa de Beneficencia y Maternidad. Miembro de la Academia de Ciencias Físicas y Naturales de La Habana y gran amigo del eminente científico Carlos J. Finlay. Además, trabajó en el Cuerpo de Sanidad Militar de La Habana y en el Hospital Militar de San Ambrosio.
Por sus actividades revolucionarias a favor de la independencia de Cuba, debió emigrar a los Estados Unidos de América, en 1874, donde pasó a ser Socio Corresponsal de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, institución a la cual pertenecía como Miembro de Número desde 1866. Allí se convirtió en el médico de Martí y de los demás cubanos exiliados.
Martí padeció varias enfermedades desde que fue encarcelado en las canteras de San Lázaro. Cuando vivía en Nueva York, fue atendido por el Dr. Miranda. En cierta ocasión necesitó de sus servicios, de lo cual el doctor recuerda: "lo encontré en su modesto y estrecho cuarto, postrado en cama, febril, nervioso él se había alarmado creyendo que su enfermedad pudiera agravarse y me dijo -doctor cúreme pronto, tengo una misión sagrada que cumplir con mi patria, poco me importa morir después de realizarla-".
El Dr. Miranda no sólo trataba los males físicos de Martí, sino que se preocupaba por aliviarle la tensión de los problemas morales. Este tenía un profundo cariño por el galeno, a quien no sólo consideraba su médico, sino su consejero. Ante problemas graves acudía al "doctor", como él le llamaba, para oír su opinión. Al parecer también tenía habilidades para la psiquiatría, según sus colegas académicos.
La Real Academia reconoció los estudios realizados por él sobre el Cáncer y sus investigaciones sobre Anestesiología. En 1892 fue elegido Presidente de la Sociedad de Beneficencia Hispanoamericana de Nueva York, institución creada por residentes latinos y emigrados cubanos en esa ciudad; atendió a esta comunidad como clínico y cirujano.
Ocupó la Secretaría de la Sección de Patología Interna del Congreso Panamericano de Medicina con sede en Washington, en 1893, y la plaza de Miembro en la Academia de Medicina de Nueva York, y en la Sociedad de Jurisprudencia de esta ciudad.
Años más tarde, entre los días 2 y 9 de octubre de 1900, se celebró en París la Exposición Internacional y el XIII Congreso Médico Internacional. Según el Dr. Miranda, allí participó el destacado oftalmólogo cubano Dr. Juan Santos Fernández Hernández, en representación de Cuba. Juntos asistieron a las diferentes sesiones del evento e intercambiaron sobre el desarrollo de la Oftalmología en Cuba.
Cuenta la historia que en diciembre de 1909, en Nueva York, sufre un Ictus debido a una hemorragia cerebral que lo dejó en cama, grave y con hemiplejia derecha. Este hecho se conoce porque Gonzalo de Quesada (patriota cubano yerno del Dr. Miranda), envía con fecha 13 de diciembre un cablegrama a la academia, en respuesta a la solicitud de esta institución, donde destacó la gravedad del galeno.
El 30 de diciembre el Secretario de la Academia envía una carta a Gonzalo de Quesada donde expresaba: "Reunida esta Academia anoche por primera vez después del ataque sufrido por nuestro muy querido Académico de Mérito Dr. Ramón Luis Miranda, se dio cuenta de su grave dolencia y la corporación acordó hacer contar los vivos sentimientos que le animan y sus votos por el pronto restablecimiento del querido enfermo…".
A pesar del esfuerzo realizado por los médicos, a las tres de la madrugada del 27 de enero de 1910 falleció el Dr. Miranda, según el cablegrama enviado por Gonzalo de Quesada a la Academia. Al día siguiente, la institución envía una comunicación a Nueva York, que decía: "Enterada la Academia, por el cablegrama de ayer del sensible fallecimiento de nuestro querido académico de mérito, Dr. Ramón Luis Miranda, acordó, en su sesión de anoche, suspenderla como manifestación de duelo…".