Responsabilidad del actor
Quién creo el famoso personaje infantil, que tanta felicidad regalo a los niños cubanos en el pasado…
Por. Henry Puente.
La televisión cubana inspira dar una ojeada a los albores de la programación infantil, a la cual se sumaron relevantes figuras provenientes de la radio, el cine y el teatro, nombres emblemáticos, como el de Antonio Vázquez Gallo, nacido en 1918 y fallecido durante el año 2007, actor y escritor, quien se convirtió en el primer director de un programa escenificado para niños, nombrado «La escuelita, Gaby Fofó y Miliki» que se exhibía por el desaparecido canal 4, esté director en la propia emisora y con un amplio currículum en la radio, el cine y el teatro, protagonizaba Los cuentos del abuelito y así infinidad de ejemplos que podríamos citar.
Pero también los niños por décadas estuvieron presentes en forma independiente a la programación propia para su edad, desempeñando diversos roles en dramatizados para adultos, como novelas, cuentos, aventuras, incluso, hasta llegar a programas de misterio, del mismo modo, insertados en anuncios comerciales, aunque al unísono fungiesen como protagonistas de programas propios para infantiles, muchos alternaban ambos trabajos con enorme profesionalidad y eficiencia, como por citar solo un ejemplo, fue el caso de los hermanos Veloz, Coralita y Ramoncito, destinados desde su nacimiento a convertirse en luminarias.
Vivencias personales que me involucran directamente a estas experiencias permiten acudir a mis memorias, con el fin de pulsar una arista poco abordada por quienes historian la televisión de Cuba, la cual en cierto momento histórico, debido a su gran calidad, y que a su vez, contaba con decenas de estrellas dentro de la pequeña pantalla, llegó a ocupar el primer lugar en América, solo superada por la exhibida en Los Estados Unidos.
Durante los primeros años de la década del 50 del pasado siglo, Unión Radio Televisión, canal 4, pionero en estos programas, tuvo en cuenta las necesidades de los más pequeños y su parrilla contemplaba el programa La Escuelita, conducido por el actor, animador, compositor y periodista Rosendo Rosell, a ella llegaron los niños a mostrar habilidades adquiridas, canto, baile, declamación, un incipiente show de talentos nacientes, los cuales algunos más tarde, se convirtieron en importantísimas estrellas de los medios.
Pero tal vez, el más importante de todos en esa intención fue el gran actor José Sanabria, quién trabajo dentro de todas las disciplinas de la actuación posibles, cine, radio, teatro y televisión, el cual llegó a tener su propia compañía infantil, viajando con ella por diferentes países de América, igualmente, fue el inventor del famosísimo personaje «El Viejito Chichí», estando mucho tiempo al aire con los Amiguitos de Chichí y las Estampas infantiles de Chichí, similares recursos y análoga aceptación popular; el actor, caracterizado como un noble viejecito, de espejuelos, sombrero hongo y traje negros, interactuaba con los niños a través de la pequeña pantalla, asimismo, los instruía y preparaba para ser posibles artistas profesionales.
Posteriormente, muchos niños artistas de la época como Luisa María Güell, Ramoncito Veloz, Argentina Estevez, Sarita Malberti, Amaury Pérez, Miriam Mier, Coralita Veloz, Ana Nora Calaza, Teresita y María Luisa Diego etc. Corrían del aula escolar al estudio de televisión acompañados por sus padres, algunos de ellos notorias figuras, asimismo, también recibían algún dinerito que les permitía invertir en pequeño caprichos.
Vale un aparte para recordar a una olvidada figura que mucho tuvo que ver con las actuaciones infantiles en los inicios de la televisión cubana y se erigió en maestro de infinidad de artistas que en ella brillaron, me refiero a Eduardo Muñoz Galé, El sevillanito, nacido hacia 1900 y fallecido en Cuba en fecha no determinada, llegó al país proveniente de España, junto a sus hermanas Julita y Pilar, como integrantes del trío de bailes Los sevillanitos. Personaje versátil y de gran vitalidad, vestir impecable, rostro enjuto y edad indescifrable, fue protagonista de una buena parte de la historia del teatro bufo, la lírica y los inicios de la televisión nacional, bailarín, actor y hasta narrador de corridas de toros en el canal 6 de la televisión.
Solo el buen gusto junto a una sincera y adecuada sensibilidad, son capaces de llevar al niño a la escena, no como mero imitador del adulto, sino con la frescura y espontaneidad propias de sus edades, como parte de una travesura, pero en un juego conducido con seriedad y talento que nunca puede descuidarse, así se cumple el súper objetivo de ofrecer cultura genuina, resultados por los que vale la pena detenerse y mirar al pasado de nuestros “niños de la televisión” y, por supuesto, a sus queridos maestros.