Sabian que en la Habana tuvimos el 15 de febrero de 1928 el estreno de la primera película sonora de Warner Brothers a sólo cuatro meses de su premier en Estados Unidos?
El suceso tuvo lugar en el elegante Teatro Campoamor, construido en la céntrica esquina de Industria y San José por los empresarios Santos y Artigas, dueños del circo más importante de Cuba.
Fue levantado en el mismo terreno donde estuvo enclavado el más antiguo de los teatros habaneros, el Albisu, que brilló desde 1870 hasta 1918 en que se consumió por un incendio.
El Campoamor fue inaugurado el 20 de octubre de 1921, según se cuenta, con la presentación de la última gran compañía de zarzuelas que visitó la capital. También se presentaron allí operetas y otras obras musicales de mucho éxito.
Poco tiempo después comenzó a usarse además como cine y se afirma que para garantizar la máxima calidad de la presentación de la primera película sonora, se le instaló el mismo sistema de audio que tuvieron los modernos cines de New York, Chicago y California en su estreno.
Por sus tablas pasaron grandes compañías musicales españolas y cubanas, incluyendo al muy gustado teatro vernáculo, así como exitosos artistas de renombre internacional que lo enaltecieron con sus actuaciones. Ejemplos de ello lo constituyen nombres como Angelita Castany, Blanquita Amaro, Candita Quintana, Alicia Rico, Lola Flores, Libertad Lamarque, Imperio Agentina y Rita Montaner, entre muchos más.
Sus presentaciones, generalmente obras con doble sentido y alusiones políticas, se mantenían durante largas temporadas en escena y por imposición de la asociación de músicos y artistas, era obligatorio ofrecer conjuntamente a estos espectáculos en vivo, funciones de cine, con largometrajes procedentes de varios países, además de cortos noticiosos y de humor.
Este excelente teatro tenía una apropiada forma de herradura, estaba adornado con ribetes dorados y en sus palcos exhibía barandillas de bronce. Por su elegancia, funcionalidad y por los magníficos espectáculos que presentaba, fue símbolo del buen arte en la Habana de los años 30 y 40.
Lamentablemente ya hace muchos años que después de un derrumbe el teatro se cerró, luego sus espacios sirvieron como parqueo de motos y bicicletas, pero con el paso del tiempo, ni para esa función pudo ser utilizado.