¿Sabias Que? El Obrero de Ayer Ganaba 40 Veces Más que su Nieto de Hoy.
Si a un trabajador cubano de hoy le dicen que su abuelo obrero en 1958 ganaba mensualmente 40 veces más que él hoy no lo creerá y le dirá a su interlocutor que no lo “vacile”.
Y si a algún militante de la izquierda más radical en Latinoamérica, Europa o cualquier lugar del mundo le preguntan si está dispuesto a vivir con un salario de 28 dólares al mes, igualmente creerá que es una broma.
Pero no es una broma, y nadie está “vacilando” a nadie. En la meca de la izquierda continental, la Cuba castrista, el salario promedio en 2017 fue de $27.93 dólares, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información del régimen (ONEI), en un país que en 1958 era el tercero con los sueldos más altos en América, y el octavo a nivel mundial.
No exagero, como lo oye y lee: el año anterior del asalto al poder por los Castro, los trabajadores industriales cubanos ganaban 6 dólares diarios por jornada de 8 horas, y un trabajador agrícola 3 dólares. Así está registrado en las testarudas y nada ideológicas estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de la ONU.
O sea, el salario de un obrero cubano industrial hace 60 años era de $130 dólares mensuales (resultado de multiplicar $30 semanales por 52 y luego dividir entre los 12 meses). El del obrero agrícola era la mitad, $65 mensuales. Y vale recordar que el peso cubano estaba a la par con el dólar, a 1×1, convertible al instante.
Bodega cubana antes de 1959…
Muestra de una bodega tipica en Guayacanes, Cuba, años 1950. En la foto Ifrain Caraballoso Iglesias en su bodega. (Wiki Commons).
Cuba, octavo lugar mundial en mayores salarios
Mucho menos se conoce hoy en Cuba (no hay cómo saberlo) que en 1958 ese salario de 6 dólares diarios era el octavo más alto del mundo, detrás de EE.UU ($16.80), Canadá ($11.73), Suecia ($8.10), Suiza ($8.00), Nueva Zelanda ($6.72), Dinamarca ($6.46), y Noruega ($6.10). Dan fe de ello las cifras de la OIT.
En tanto, el salario de 3 dólares diarios de los trabajadores agrícolas cubanos era el séptimo más alto del mundo, luego de Canadá ($7,18), Nueva Zelanda ($6.72), Australia ($6.61), EE.UU ($6.80, Suecia ($5.47, y Noruega (4.38).
Y, mucho ojo, un dólar de 1958 equivalía a 8.68 dólares de 2018. Tenía un valor de compra 9 veces más alto que el dólar de hoy, según el sitio web “El dinero en el tiempo”, luego de aplicar las fórmulas adecuadas y tener en cuenta la tasa promedio de inflación de 3.67% en estos 60 años.
Es decir, en 1958 el abuelo obrero “explotado” por la burguesía ganaba 1,128 dólares mensuales de hoy (2018). Y 60 años después su nieto cubano trabajador no llega a los 28 dólares mensuales (670 pesos). En Haití sus colegas perciben como promedio el doble (59 dólares).
El obrero pobre de ayer consumía 7 veces más
Hay más, en 1958 no sólo el salario nominal de los cubanos era 5 veces más alto que hoy, sino que el salario real era muy superior teniendo en cuenta la relación salario-precio vigente entonces.
Y lo explico mejor con un ejemplo, a propósito de un lector que días atrás me dijo que su abuelo en Cuba en los años 50 solamente ganaba un dólar diario. No quise preguntarle en qué trabajaba su abuelo y me limité a hacerle una explicación puramente matemática.
Alguien que en 1958 ganara solo un dólar diario (nunca conocí un solo caso), percibía realmente $8.68 de hoy, igual a $43.40 semanales (si descansaba sábado y domingo), e igual a $2,257 dólares al año. Es decir, aquel abuelo pobre ganaba $188 dólares mensuales de hoy, en 2018.
En cambio, su nieto trabajador isleño hoy recibe $28 mensuales. O sea, el pobretón de 1958 con un dólar diario tenía un poder adquisitivo 6.7 veces superior al de su nieto socialista, cederista y “vanguardia” de la CTC. Y en la segunda década del siglo XXI. Eso, mi amigo, es el socialismo.
Pagar $794 por un kilogramo de pechuga de pollo
En esa época los precios en Cuba y en EE.UU eran muy similares. Por tanto, vale saber que en 1958 en EE.UU, con un salario promedio de $364 mensuales, una libra de “bistec filete” de res costaba $0.75 centavos; un litro de leche, 20 centavos,; una bolsa de arroz Uncle Ben de 14 onzas, $0.19; un pan de molde $0.19, un galón de gasolina, $0.24; un sello de correo $0.04.
Y un automóvil Ford sencillo, $1,967; una casa promedio de 3 habitaciones, $10,450; viajar en un crucero de La Habana a Miami, $42 por persona. Y por dos dólares se disfrutaba en vivo de un partido de los Yankees de New York contra el Boston Red Sox.
El contraste es de ciencia ficción. En las shopping de Cuba, de acuerdo con una lista oficial de precios publicada por “Cibercuba”, un kilogramo de pechuga de pollo con pellejo y hueso cuesta entre $3.80 y $4.50 dólares. Un kilogramo de carne de res de segunda calidad, entre $4.20 y $5.20. Y para comprarse un auto Peugeot de 2013, el aspirante y sus descendientes deben trabajar durante 783 años (hasta el siglo 29) para pagar su precio de $263,185.
Aplicados hoy esos precios castristas en EE.UU, con un ingreso per cápita de $4,961 mensuales en 2017 (según el Banco Mundial), un consumidor de Idaho, o de California, tendría que pagar $794 para para adquirir un kilogramo de pechuga con hueso y pellejo. Ni Kafka habría sido capaz de imaginárselo.
El capítulo más dramático es el de los jubilados. Con pensiones promedio de 12 dólares mensuales (287 pesos), según publicó “Cubadebate” en 2017, en la isla los jubilados y ancianos desamparados no jubilados viven en la miseria y la marginalidad. El Estado no hace nada por ellos. Venden por las calles lo que pueden, hasta sus pertenencias personales, o revenden periódicos y cucuruchos de maní, turnos en las colas, o son vigilantes en áreas públicas. Muchos hurgan en los latones de basura. Ese es el triste final de sus vidas.
Sin embargo, según datos oficiales de mayo de 2018, mientras que el presupuesto para la seguridad social ha ido bajando y hoy es de unos $300 millones, el dedicado a las Fuerzas Armadas y el MININT aumentó de $1,702 millones en 2006, a $2,546 millones en 2016. Claro, ellos mantienen en pie a la dictadura.
No hay peor explotación que la marxista
A decir verdad, no hay nada en el mundo que exprima más a un trabajador que el sistema diseñado por Karl Marx. Ante todo, porque el Estado socialista se queda con la mayor parte del salario del trabajador. Se lo confisca sin que se dé cuenta.
A la luz de la propia doctrina económica expuesta por Marx en “El Capital”, el régimen castrista no solo se apropia de la plusvalía creada por el obrero, o sea, el valor que éste crea por encima del valor de su propia fuerza de trabajo, sino que al Estado pagar un salario tan bajo se apropia además gran parte del valor creado por el obrero para mantenerse a sí mismo.
Ese valor creado para sí mismo el trabajador debiera recibirlo íntegramente en forma de salario para su alimentación, vivienda, transporte, y demás necesidades de él y su familia. Pero el Estado se queda no solo con la ganancia que le corresponde como dueño de los medios de producción, materia prima, etc. sino también con gran parte del valor creado por el trabajador para sí mismo. Eso es robo de salario.
Esa represión económica debe ser denunciada. No se trata de aflojar la batalla por las libertades políticas y humanísticas, sino de hacer más bulla en la denuncia de la hasta ahora “invisible” represión económica del castrismo.
La represión económica golpea al cubano cada mañana
Insertada ya en el ADN de la nación, esas represión es la primera desgracia que se abalanza sobre cada cubano de a pie cuando se despierta por la mañana. No le alcanza el salario para nada. Por eso debiera ser una de las banderas reivindicadoras de los cubanos en su lucha por sus derechos y la libertad.
Protestas en todas partes porque el pan no sirve, o no llegó, o porque no llegaron las papas, o porque los salarios no alcanzan para adquirir la canasta básica de alimentos; o por la falta de medicamentos, o por la basura acumulada y putrefacta en las calles, o porque viven un albergue insalubre medieval hace 20 años, serían una nueva forma de presión interna más difícil de manejar por la dictadura. Y tendría impacto allende los mares.
La pregunta es obvia: ¿para qué ha servido la “revolución socialista” a los cubanos si hoy un tienen un nivel de vida mucho más bajo que seis décadas atrás?
El dictador y su Junta Militar deben sentir el rechazo popular a la represión económica, que es intolerable el absurdo causado por el modelo socialista que hasta el mismísimo Fidel Castro dijo que “no funciona”.
Y repetirlo por doquier: el abuelo trabajador cubano en 1958 ganaba $1.128 dólares de 2018, exactamente 40 veces más que su nieto trabajador “revolucionario”. Es ese el flamante hombre nuevo del Che Guevara.
POR ROBERTO ALVAREZ QUIÑONES
(Alvarez Quiñones es escritor y periodista radicado en el sur de California. Durante más de tres décadas ha escrito sobre el curso de la economía mundial. Es experto en temas latinoamericanos, con énfasis en asuntos cubanos).
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