¿Sabias Que? Muchas de las costumbres culinarias de hoy en día en nuestra cocina, proviene de la manigua.
Por ejemplo cuando faltaba la sal se empleaba ceniza de palma cana. Como endulzante, la miel. A guisa de café se hirvió platanillo, cáscara de boniato y hasta palmiche. Mucha de la comida sólida se confeccionó utilizando nuestra herencia aborigen, se apelaba a la yuca como alimento esencial y sus derivados como el casabe, la naiboa, el yare y la catibía. Como carne se consumía habitualmente tasajo.
La naturaleza abastecía a las tropas mambisas de frutos como plátanos, jobos, hicacos, guayabas, mangos, que a veces freían con sebo; y otros como la cañandonga. Mucho de lo conocido actualmente en relación con estas elaboraciones culinarias alcanzaron nuestros días por las referencias de diarios de campaña, como el de José Martí. Ahí se hace mención al “frangollo”, el primer postre que le ofrecieron al desembarcar por el Oriente cubano, en abril de 1895; tan saludable mezcla se obtiene a base de plátano y miel.
La más simple de sus bebidas es el “aguamona” o agua de mona; consistía en agua caliente endulzada con miel o raspadura, a la cual podría añadírsele hojas de naranja, canela, pimienta o yerba buena, según el gusto de cada cual. Fue una bebida común en la Cuba libre, así como la de jengibre. Esta última es el “ponche mambí” y se hacía adicionando la raíz de jengibre al aguamona. El resultado era una bebida muy refrescante y buena sustituta del whisky y del vino español, pero teniendo la ventaja de no producir embriaguez y obrar como estimulante.
Aún saboreamos la “canchánchara”, mezcla energizante de miel y limón. En las guerras mambisas se tomaba en jícara como remedio caliente para las enfermedades. Cuando se le agregaba el picante ají guaguao se convertía en “frucanga”, y entonces adquiría mayores poderes estimulantes. Ampliamente fueron utilizadas plantas silvestres y el uso de miel, guarapo o raspaduras como endulzantes.