Santo Ecce Homo, la pintura más antigua que existe en Cuba. 🖼☺
Francisco Antonio fue un maestro de pintura colombiano quien en el año 1616, por orden del cabildo eclesiástico, llevo hasta Santiago de Cuba una de sus obras más importantes. Se trata de Ecce Homo, que es un óleo de madera de cedro de 18 x 18 pulgadas, en el cual se encuentra una representación del Cristo que tiene 14 pulgadas.
Dicha obra fue colocada como puerta del sagrario del altar mayor de la catedral, por lo que es considerada la más antigua de Cuba. Ecce homo es una expresión latina que significa “este es el hombre”, palabras que según el Evangelio de Juan capítulo 19, versículo 5, de la Biblia, pronunció Poncio Pilatos cuando sacó a Jesús lacerado y coronado de espinas para que lo vieran los judíos.
La obra de arte representa a Cristo flagelado y atado a una columna y precisamente de esta frase es tomado el nombre de la pintura. Es una composición simple de fondo neutro con una degradación de matices. Tiene una luz emanante que ilumina algunas partes del cuerpo mostrando cómo el artista logra una buena definición anatómica de la figura principal.
Con el arco marcado del torso, el pintor consigue dar la sensación de movimiento logrando junto a otros elementos de la obra un buen equilibrio y simetría. Los matices claro-oscuros definen los volúmenes de sus músculos y logran transmitir al que la ve una clara expresión de dolor.
La obra de arte representa a Cristo flagelado y atado a una columna
Durante el siglo XVII, los habitantes de Santiago le dieron su devoción y adoración debido a variadas y curiosas leyendas que han sido contadas acerca de este Cristo. Se dice que para los años 1611, 1630 y 1643 ocurrieron hechos increíbles relacionados con este.
El último miércoles de 1611 se afirma que la imagen sudó y por esto ese mismo año fue declarada milagrosa. Este hecho se repitió el mismo día de 1630 y con mayor abundancia en 1643 durante la misa del Espíritu Santo que celebraba el chantre Luyando delante de la pintura. En otra ocasión, cuando estaba oficiando el padre Francisco Guerrero este afirmó haberle oído repetir tres veces: Ecce Homo, Ecce Homo, Ecce Homo.
Por la creencia de lo poderosa que era la pieza en los tiempos de terremotos y sequía, era sacada en procesión por toda la ciudad para pedir protección. Debido a estos sucesos sobrenaturales, los vecinos comenzaron a llamarle a la tabla “Santo Ecce Homo” asignándose para su celebración el último miércoles del mes de agosto, y por misa, la votiva del Espíritu Santo.
En 1643 es levantada una capilla para la veneración de la obra que en esa época era considerada como patrón tutelar de Santiago de Cuba. Por solicitud del cabildo, se obtiene autorización eclesiástica para dicho proyecto. Esta era una especie de protección, con el objetivo de librar a la ciudad de los ataques de corsarios y piratas. Tal fue la veneración ciudadana a la figura, que el ayuntamiento, el gobernador y el cabildo eclesiástico de Santiago de Cuba votaron en 1652, porque fuera obligatorio procurar la mayor solemnidad y asistencia a la fiesta del santo.
Hacia fines del siglo XVIII la devoción decreció. Esto se debió el hecho del terrible terremoto de 1776 que destruyó gran parte de la ciudad que tanta fe le tributó. A pesar de que el siglo XIX se llevó consigo la tradición de este santo, la tablilla que guarda al Cristo de Francisco Antonio, se conserva aún en el Museo Arquidiocesano de Santiago de Cuba como otro elemento esencial de lo real maravilloso de la historia local.