«Si tomas agua de tinajón, regresas a Camagüey.» 🏺😊
Que Camagüey es la tierra de los tinajones en Cuba lo sabe todo el mundo… Decir “tinajón” y pensar en Camagüey es casi la misma cosa. Pero, ¿por qué precisamente Camagüey y no otra villa se convirtió en la tierra del tinajón en la mayor de las Antillas?
El tinajón, como tantas costumbres, llegó al Camagüey procedente de Andalucía. Allá, desde épocas inmemoriales se utilizaba para transportar granos, vinos y otros productos. Quizás los primeros que llegaron a la villa de Puerto Príncipe contuvieran, precisamente, algunas de estas mercancías, pero pronto los camagüeyanos descubrieron una utilidad mayor: utilizarlos como aljibes para almacenar agua.
En Camagüey el agua era escasa, así que recoger la que caía del cielo – que en algunas estaciones del año no era tampoco mucha – era casi una necesidad de vida o muerte.
Para recoger el agua los habitantes de la villa enterraban los tinajones en los jardines hasta la mitad del recipiente, justo debajo de los canales de madera o latón por donde corría el agua desde los techos. Cuando comenzaba la temporada de lluvia los hábiles vecinos dejaban que los primeros aguaceros arrastraran las impurezas y sólo después abrían los tinajones.
En sus bocas colocaban telas de mosquitero y tapas para evitar que los insectos cayeran en su interior o los mosquitos los contaminaran con sus larvas. El agua almacenada en los tinajones servía para cocinar y beber.
Cada casa tenía, al menos, un tinajón; y el número de estos podía revelar desde el número de personas que vivían en una vivienda hasta la riqueza de la familia que la ocupaba.
Hasta el siglo XX el tinajón se siguió utilizando en Camagüey para almacenar agua, pero poco a poco se fue perdiendo la tradición. Los que hoy sobreviven se usan, fundamentalmente con elementos decorativos.
Jacobo de la Pezuela que en su Diccionario geográfico, estadístico e histórico de la Isla de Cuba, asegura que entre los años 1863 y 1866 Camagüey no fue el único lugar donde se fabricaron tinajones,
“En Sancti Spíritus existían 33 tejares y 78 alfareros por aquel entonces, y en Santiago de Cuba pernoctaban 18 ceramistas, aunque no había ningún centro productivo similar al principeño.”
Además de la leyenda que mencionamos al inicio, este utensilio se utilizó como escondite nocturno de los mambises y amantes furtivos de la villa Santa María del Puerto del Príncipe.
Pero ninguna supera a la de beber el agua de tinajón. Alguien consignó en las bitácoras de la época que:
Si desea retornar a su lugar de origen, si es que sólo va de paso por Camagüey, evite tomar agua de tinajón, pues el que tome agua del tinajón permanece para siempre en este lugar”
Otra profecía sentencia lo siguiente:
“Aquel joven que tome agua del tinajón, ha de prendarse de una camagüeyana y permanecer en esta tierra para siempre.”
Lo cierto es que, leyenda o no, los visitantes nacionales y extranjeros lo piensan antes de beber un sorbo acumulado en estos “panzudos” de barro.
Sin embargo, y aunque haya quien lo haga a propósito y de esta forma quedarse para siempre, el uso del tinajón sí ha sobrevivido en el imaginario popular como símbolo de la ciudad y todavía los agramontinos aseguran que aquel que toma agua de tinajón se queda en el hermoso Camagüey 😉
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