Silvestre de Balboa Troya
Quesada. Autor canario que escribe la primera obra de la literatura cubana. Con su poema épico Espejo de Paciencia, en 1608, se inician las letras cubanas.
Nació en Las Palmas de Gran Canaria, Islas Canarias, España, y fue bautizado en la entonces denominada parroquia del Sagrario Matriz en el barrio de Vegueta de la propia ciudad el miércoles 30 de junio de 1563. Su infancia, juventud, educación incluyendo la poética y formación inicial en el oficio de escribano, transcurre en su ciudad natal donde radica, sin salir de ella, hasta 1591. En 1592, desconociéndo-se el lugar, aparece residiendo en Cuba. Se le da, sin documentos oficiales, como vecino y alcalde de la villa de San Salvador de Bayamo (oriente cubano) hacia 1596. Existen evidencias, no documentadas, de su presencia en la antigua villa de Santa María del Puerto del Príncipe hoy ciudad de Camagüey, capital de la provincia cubana del mismo nombre— hacia 1597.
Con documentos del Archivo General de Indias (AGI), Sevilla, España, se ha podido determinar su presencia y vecindad en Puerto del Príncipe desde 1599 a 1641. Demostrándose, por esos propios originales, fue alcalde de la villa (antes de 1599) y escribano del lugar entre 1600 y 1608 (aprobado por el cabildo local). Hacia 1604 contrae matrimonio con la principeña Catalina de la Coba y Consuegra de cuyo matrimonio le nacerán seis hijos (Catalina, Francisca, Juan en la adultez clérigo en Puerto del Príncipe, Leonor, Úrsula, y Teresa). Crea, en Puerto del Príncipe, el 30 de julio de 1608 su famoso poema Espejo de paciencia (considerado, oficialmente, como la primera obra literaria escrita por criollos en Cuba).
Acompañando el poema, con sonetos laudatorios, in-tervienen seis auténticos vecinos de Puerto del Príncipe (Pedro de la Torres Sifuentes, Cristóbal de la Coba y Machicao, Bartolomé Sánchez, Juan Rodríguez de Sifuentes, Antonio Hernández, el “Viejo” —emigrante canario— y Lorenzo Laso de Vega). El 2 de agosto de 1608, el monarca español, niega la ratificación del oficio de escribano de Puerto del Príncipe a Balboa por morosidad en el pago de impuestos y otras limitaciones.
En 1609, Balboa y otros vecinos de esa villa, son acusados e investigados —sin consecuencias— como contrabandistas. Se desconoce su vida, aunque sigue residiendo en la propia villa, de 1609 a 1618. En abril de 1619 es nombrado por el gobernador de la isla La Española, escribano de Puerto del Príncipe. El rey de España, el 11 de mayo de 1621, lo ratifica como tal. Ejerce como escribano de esa villa, ininterrumpidamente, desde abril de 1619 hasta el 14 de junio de 1641 en que, en documento oficial y preservado en el AGI, renuncia a los oficios de escribano público y de cabildo de esta villa.
El último documento veraz (una Fe de Vida) que se posee de Silvestre de Balboa en Puerto del Príncipe data del 15 de julio de 1641. No existe documento que precise la fecha de su fallecimiento. Algunos autores cubanos, por interpretaciones, la definen como acaecida en 1649. Una tarja actual en su casa natal de Las Palmas de Gran Canaria así lo asume. Del poema Espejo de paciencia, compuesto por 1,213 versos en octavas reales y desglosadas en dos cantos y un motete, no existe un original. Fue encontrado, sin definirse la forma y copiado del original, por el entonces obispo de Cuba Agustín Morell de Santa Cruz en visita pastoral a Puerto del Príncipe en la segunda mitad del siglo XVIII. En 1837, Ramón de Palma, lo da a conocer por primera vez en el “Aguinaldo Habanero”. Desde entonces, hasta la actualidad, se maneja su divulgación con no disímiles interpretaciones. Una placa, única de su tipo en Cuba develada en la ciudad de Camagüey el 20.10.2010, honra su memoria y la del poema Espejo de paciencia en área aledaña a su resi-dencia en la antigua villa de Santa María del Puerto del Príncipe.
Su obra cumbre
Espejo de Paciencia es un poema épico-heroico, escrito en octavas reales, publicado en su totalidad, por primera vez en la segunda edición de la Bibliografía Cubana de los siglos XVII y XVIII (Imprenta del Ejército, La Habana, 1927, pp. 375-404), de Carlos M. Trelles, y más tarde en el tomo primero de “Evolución de la Cultura Cubana 1608-1927”, de José Manuel Carbonell (La poesía lírica en Cuba. Tomo I. Imp. El siglo XX, La Habana, 1928, pp. 22-56). A la obra, la preceden seis sonetos laudatorios, compuestos por otros tantos vecinos de la villa.
Balboa se inspiró en el secuestro del obispo Cabezas Altamirano por unos corsarios, refiere el autor que, tenía como propósito narrar la batalla en la que el bayamés Gregorio Ramos y un batallón de vecinos de la zona dieron muerte al enemigo en venganza por el secuestro. Los hechos narrados en el poema sucedieron después de abril de 1606, y antes del 30 de julio de 1608, según fecha de la “Carta dedicatoria” que escribe al obispo.
Investigaciones literarias
La investigadora Carolina Poncet llegó a sospechar que la obra fuese sólo una superchería literaria de su descubridor, José Antonio Echeverría, y de un conjunto de amigos capitaneados por Domingo del Monte. No pocos críticos han especulado sobre esta posibilidad, a partir de evidentes enigmas que arroja la obra.
De Espejo de paciencia dijo Cintio Vitier, en Lo cubano en la poesía:
“Dos problemas de interés se han planteado en torno del “Espejo”. Uno: lo extraña que resulta la presencia de este grupo de siete poetas cultos en un caserío tan apartado como el Puerto Príncipe de principios del XVII, cuando en ninguna otra región de la isla se conocen manifestaciones literarias análogas (…) Otro: la peculiaridad del lenguaje del poema, que nos parece más cercano y familiar si lo comparamos con el de las prosas y versos españoles de la época.”[2]
Rebelado contra esa misma hipótesis de una “broma literaria”, pero planteando como al descuido otra incógnita no menor, escribió Lezama en el primer tomo de su Antología de la poesía cubana:
“Sería una broma demasiado extensa, además tendríamos que afirmar que “la broma” demuestra más talento poético que la obra “en serio” de Del Monte o Echeverría. Quizás algún día podrá demostrarse que fue una obra coral en la que participaron por igual Balboa y los sonetistas laudatorios. Es muy raro que seis poetas, todos conocidos por los puestos que ocupaban, nada más que dejaran una muestra, un soneto como producción.”[3]
Y, como redefinición del espíritu dubitativo que ha estado motivando este dilema, en el “Perfil histórico de las letras cubanas desde los orígenes hasta 1898”, de un colectivo de autores del Instituto de Literatura y Lingüística, se señala:
“…si tenemos en cuenta que pudo ser escrito para crear el poema épico, hay que conceder que las posibilidades de una falsificación son mayores. El cuidado en lograr el espíritu de la época será mayor y el esfuerzo de escribir estará compensado por un propósito meritorio. No obstante, si comparamos el poema con los textos de los supuestos falsificadores, con cartas auténticas de Balboa y con los poemas épicos americanos de la época, veremos que no hay razones para pensar en una falsedad. Por ello, hasta tanto no se demuestre lo contrario, seguiremos considerando que El espejo de paciencia fue escrito a principios del siglo XVII por el poeta canario Silvestre de Balboa.”[4]
De este modo, los investigadores, los críticos literarios y la tradición, han hallado consenso mayoritario en la autenticidad y los méritos del único poema épico escrito en Cuba.
Dos copias existían en 1942, según Felipe Pichardo Moya, prologuista de la edición que ese año hiciera el Ministerio de Educación. Moya encontró información incluso sobre los seis sonetistas que preceden el poema. Lamentablemente ninguna copia del poema ha llegado hasta hoy, ni siquiera de la Historia de Morell.
Ya en 1975, en una edición del poema hecha por la editorial Arte y Literatura, Cintio Vitier denunciaba la desaparición de todas las copias probables:
A continuación unas estrofas del poema, Espejo de la paciencia.
En este tiempo el buen obispo quiso
Visitar las haciendas de Parada,
Por la pía memoria que el tal hizo
Antes que diera fin á su jornada.
Partió el santo obispo de improviso,
Ajeno de tener miedo de nada;
Que no teme presente ni futuro
El que con su quietud vive seguro.
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¿Qué hacéis buen pastor, qué ya la aurora
Deja del dulce sueño el intervalo?
Mira que té apareja antes dé una hora
La mano del Señor en gran regalo;
Y la misericordia qué en él mora
Dando paciencia al bueno y mano al malo,
Con admirable traza de su ciencia
Hoy quiere dar un toque a la paciencia.