Su construcción estuvo a cargo del ingeniero Carlos E. Cadalso y al inaugurarse sólo tenía nueve pabellones y 200 camas. El hospital se extendía por toda la colina hasta los límites del Castillo del Príncipe (la calle "G" sólo llegaba hasta la calle 25) y tenía 50 salas de clínica, 12 pabellones de infecciosos, cuatro salas de oficiales, seis pabellones para convalecientes y dos barracas aisladas para los enfermos de la fiebre amarilla y era atendido por 27 médicos y 170 empleados.
El hecho de encontrarse en esos momentos el país en guerra, hizo que las instalaciones no pasaran de tener cierta provisionalidad, pues se trataba de barracones de madera con techo de guano y capacidad para 30 enfermos cada uno.
Al cesar la dominación española, los norteamericanos mejoraron las edificaciones y lo utilizaron para sus tropas denominándolo Hospital n.º Uno. El 1 de julio de 1900 se abrió al público hasta que alrededor de 1914 fue demolido para levantar el Calixto García.