Titina, la mujer que montó bicicleta y puso a La Habana de cabeza. Existe en Cuba una canción popular que dice: “Titina, Titina, montando en bicicleta, al doblar una esquina, se le ponchó una teta…”. Es un juego de niños que suele terminar en risas pícaras, pero está inspirado en una historia real. Las primeras féminas en montar bicicleta en Cuba
En el año 1893 la revista Fígaro publicó un artículo sobre un grupo de matanceras que montaban bicicletas. Entre ellas se destacaba Julia Bosch, quien fue la primera mujer cubana fotografiada en tal aparato.
Cuando la gente se aventura en cosas nuevas en su comunidad suele despertar tres sentimientos: admiración, sorpresa y envidia. Esto fue lo que le pasó a Julia Bosch, a sus amigas y un año más tarde a Antonia Martínez, más conocida en Cuba como Titina.
La aventurera Titina era de origen gallego
El 12 de noviembre de 1894, Antonia se aventuró a usar una bicicleta por las calles de La Habana. Dicho vehículo en el siglo XIX cubano no era utilizado al nivel de otras naciones y mucho menos entre mujeres.
El suceso causó estupor en la sociedad conservadora y machista cubana. El sencillo paseo no tardó en recibir un efecto de escándalo en la prensa.
Hoy se entendería como bullying contra Titina
Se dice que a lo largo de todo su recorrido en bicicleta por calles habaneras Titina escuchó todo tipo de burlas, groserías y probablemente hasta piropos burdos. Sí, burdos, tal y como aún recibimos algunas mujeres que usamos bicicletas en Cuba.
Lo más duro fue quizás la alusión a que en una posible caída podría afectarse Titina alguna parte de su cuerpo, como si tal cosa no pudiera pasarle también a un hombre.
El asunto fue que la población no se cuidó mucho en remilgar palabras. Entonaron un cantico pegajoso, con lenguaje coloquial y directo. En poco tiempo todos lo tarareaban y cuando alguien aprende a montar bicicleta, todavía se lo cantaban.
Por Gretchen Sánchez