Víctor de Correa, un experimentado promotor de espectáculos, llega a Cuba acompañado de su esposa, la cupletista española Teresita de España, procedente de Panamá, donde operaba un cabaret. Abre el Edén Concert, un night club situado en la calle Zulueta entre Ánimas y Virtudes, al fondo del hotel Sevilla, y contrata a los coreógrafos Sergio Orta, Julio Richards y Henry Bell, cuyas evoluciones llevarían el respaldo de la orquesta del compositor Alfredo Brito. Con el tiempo se levantan ciertas le-yendas y rumores sobre este lugar, y como resultaba pequeño para sus inquietudes promocionales decide buscar otro sitio más amplio y que reuniera ciertos requisitos, como la posibilidad de tener juego y crear espectáculos de mayor envergadura. Villa Mina era una quinta de recreo que se encontraba en la Ave. Truffin, llamada así por el apellido de su propietario, en las afueras de La Habana y en una zona conocida como Marianao, al oeste de la capital, con una superficie de alrededor de una caballería, cubierta de frondosos árboles y cuyo propietario, Regino Du Rapaire Truffin, cónsul de Rusia en Cuba, al fallecer dejó en manos de su esposa, doña Mina Pérez Chaumont. Esta propiedad había sido objeto de innumerables fiestas con que sus propietarios agasajaban a sus amigos, por lo que era muy conocida de la sociedad en esa época; además, sirvió de alojamiento por algunos meses al embajador de los Estados Unidos en Cuba. La viuda se casa en segundas nupcias con un senador del gobierno de Roosevelt, pero el destino hizo que enviudara nuevamente y en ese momento, en medio de la crisis económica de finales de los años treinta, Víctor de Correa le hace proposiciones que ella acepta inmediatamente: arrendó la casa-quinta por cien pesos mensuales, cantidad que en aquella época era de considerar. Correa tenía la intención de montar bajo las estrellas una especie de restaurante campestre, con una exuberante vegetación, y tener la posibilidad de grandes espectáculos y sobre todo la instalación de salas de juego, acogiéndose a la Ley del Tesoro dictada por el presidente Alfredo Zayas, que autorizaba el juego en la zona de Marianao. A tal efecto arrienda inicialmente el antiguo comedor de la residencia a un jugador llamado Rafael Makarov, representado por un coronel de la dictadura militar de ape-llido Ferrer. Para montar los espectáculos se hizo acompañar del experimentado Sergio Orta y de la orquesta de Alfredo Brito. El 31 de diciembre de 1939 se inau-gura el Boite Du Nuit, como inicialmente quería llamarlo Correa, con el nombre de Beau Site, con una capacidad aproximada de trescientas personas y una pequeña sala de juego que resultó del agrado de los asistentes. La construcción original consistía en una plataforma con acceso por los laterales y una pista circular de baile. El escenario aparecía como escoltado por una palma a cada lado, que aparentemente sostenían una placa volada en singular simetría y alarde de equilibrio. El bar estaba retirado del salón, desde donde se apreciaba el show cómodamente, todo elaborado sobre la base de la utilización de la caña brava y el aprovechamiento de la flora del lugar, donde se destacaban las palmas, entre ellas las conocidas como "canas". Su moderno diseño y exquisita decoración, acompañados de su bien iluminada vegetación, lo identificaba como un lugar exótico y sensual, y su mobiliario, construido sobre la base de cañas y fibras vegetales simulando mimbre, ofrecía un ambiente campestre muy acogedor. En los meses siguientes Sergio Orta escucha la canción Tropicana, compuesta por Alfredo Brito a solicitud de Correa y grabada en la casa situada en Calzada del Cerro no. 1269, y decidió utilizarla como tema del inicio de los espectáculos. Brito la llamó de esta manera teniendo en cuenta la vegetación tropical del lugar, unida a gran cantidad de palmas canas. Al unir las dos palabras resultó el nombre de Tropicana, siendo rebautizado el cabaret con esta denominación, definitivamente, el 31 de diciembre de 1940. En los primeros años el tema era coreado por la orquesta con la letra de la segunda estrofa. Muy poco tiempo estuvo cerrado el Edén Concert. Julio Burger, un cubano hijo de alemán, lo reabre con el nombre de Zombie Club, cuya especial atracción era el ya entonces popular Conjunto Casino. Su pista circular permitía el cambio de orquestas simultáneamente. Con el tiempo se convertiría en uno de los preferidos de las familias habaneras. De esta manera surgía un nuevo centro nocturno que, unido al Sport Antillano, Rumba Palace, Pennsylvania, Chaflán, Panchín, Mi Bohío, Colonial, Kurssal, La Choricera —que hiciera mundialmente famoso Marlon Brando por sus numerosas visitas— y los poderosos Gran Casino Nacional, Sans Soucci y el Summer Casino de la Playa conformaban los lugares nocturnos de recreación más conocidos de esa época.