Un detonante cualquiera, y el polvorín social explota…
Por qué la convocatoria hecha por un grupo de jóvenes cubanos a una marcha cívica, con el empleo de las redes sociales, ha provocado una conmoción tan enorme en Cuba y fuera de ella?
Porqué, si ese grupo no contó, consultó ese llamado más allá de su espacio, y tiene entre sus miembros solo unas decenas de miles de miembros, ha generado tal movilización entre millones de hombres y mujeres, llegando a alarmar y movilizar al régimen cubano, que cuenta con innumerables medios y fuerzas represivas para sofocar la manifestación de cualquier grupo de ciudadanos que aisladamente cuestionen al Castrismo?.
Las respuestas a esas preguntas las conocen todos los cubanos. Las conocen también los timoneles de la dictadura, los jerarcas del Partido Comunista que han llevado a la isla de un naufragio a otro, de un ahogamiento a otro.
Cuba, desde hace décadas es controlada por individuos que no representan los intereses de aquellos que dicen proteger, pero en el contexto actual el país ha llegado a un punto de ingobernabilidad, de caos social, económico, tan agudo que, cualquier chispa, cualquier detonante, es la señal para que se desencadene el caos.
En un contexto así, ya no es suficiente la mentira bombardeada por los medios de propaganda, no vale el aumento de la represión, desarrollada conjuntamente por las fuerzas del interior y por el ejército, porque cada día son más y más los ciudadanos de bien que se divorcian de su fé en el régimen. Una dictadura puede reprimir y encarcelar a cientos de sus ciudadanos, hasta a unos pocos miles, pero no a decenas o cientos de miles.
Una oposición tan masiva hace volar hasta al régimen más establecido.
Por eso, aquí no se trata de sofocar a ese grupo de jóvenes, a sus líderes; no se trata siquiera de frustrar la organización de la marcha cívica prevista para el 15 de noviembre.
Lo inevitable no puede frenarse. Sus teóricos pueden explicárselo, si son honestos.
Publicación de Joel Fonte