Una de las prioridades del flamante video cubano inaugurado en 1950, era lograr la recepción en tiempo real de las señales televisivas para disfrutar de este espectáculo deportivo.
Cuando no existía la difusión vía satélite trans-fronteras y aun el desarrollo tecnológico televisivo era limitado; los cubanos se valieron de su privilegiada cercanía geográfica a ese país, para lograr sus objetivos de la manera menos ortodoxa:
Instalaron un transmisor-receptor de señales televisivas en un avión comercial de Cubana de aviación y durante todas las horas que duro el partido de béisbol celebrado en New Yor; recibieron la señal proveniente de una planta radicada en La Florida y simultáneamente la orientaron hacia el receptor más cercano en Cuba.
Para mantener la recepción de la señal volaron en círculos durante horas en un perímetro reducido poniendo en riesgo sus propias vidas.