Vender ciudadanos cubanos. Otra actividad lucrativa que engordó las cuentas de Fidel Castro.
por Daniel Iglesias Kennedy (Profesor y Escritor)
Entre los múltiples negocios ilícitos en los que el régimen cubano se vio comprometido está la venta de sus ciudadanos. Para organizar este tráfico de personas, se eligió a un coronel del Ministerio del Interior llamado Ramón García que fue enviado a la Oficina de Intereses de Cuba en Washington. García tenía pasaporte diplomático, y su contacto en Miami era una tal Carmen Hernández, quien atendía a los cubanos que residían en esa ciudad y cobraba entre siete y diez mil dólares por tramitar con el Gobierno de Cuba la salida del país. Las gestiones se realizaban a través de las oficinas de Interconsult en el Vedado y en Ciudad de Panamá. Se trataba de una empresa de tapadera cuya actividad oscilaba entre el asesoramiento en temas legales y el espionaje. Una vez que Carmen recibía el pago, informaba a Ramón García para que diera el visto bueno a las autoridades cubanas y proceder a trasladar a los expatriados desde La Habana a Panamá, donde un funcionario de Interconsult les retiraba el pasaporte y les entregaba otro falsificado con la nacionalidad de algún país Latinoamericano. De allí los montaban en un avión hasta Ciudad México, y luego eran enviados a la localidad fronteriza de Reinosa para atravesar en balsa el río Bravo, a altas horas de la madrugada, y entrar ilegalmente en el estado de Texas. Si alguno era sorprendido o aparecía muerto, la policía no detectaría nada que lo relacionase con Cuba. Sería otro salvadoreño o guatemalteco, un «espalda mojada», en busca de un destino mejor. Los que llegaran vivos se dirigían a un punto de encuentro para que los recogieran y llevaran al aeropuerto de Houston donde tomarían el avión para Miami. Allí los esperaba Carmen en su Ford modelo ranchera y los llevaba hasta su casa donde aguardaban los familiares.
Un equipo de la televisión canadiense dirigido por dos amigos míos, el productor Kitson Vincent y el guionista Richard Nielsen, se animó a filmar parte de la operación. Se escogió a una señora cubana que residía en Miami, María Arias, quien llevaba años intentando sacar de Cuba a su hijo, pero carecía de recursos para «comprarlo». Atendiendo a la importancia testimonial del documento que se podría obtener, la compañía productora decidió facilitar el dinero para que la señora pudiera reunirse con su muchacho, siempre y cuando ella colaborara en el proyecto del documental y llevase un micrófono oculto debajo de su ropa. Doña María accedió a grabar las conversaciones cada vez que fuese a entrevistarse con Carmen. Se le adelantó la mitad del dinero que debía entregar como anticipo y se anotaron los números de serie de cada billete. La mujer contó los dólares y, muy emocionada, dijo «senkiu». De inmediato se puso manos a la obra.
El trabajo de realización fue excepcional. Salió a relucir el engranaje que el Ministerio del Interior cubano había montado en Panamá y en territorio de los Estados Unidos para llevar a cabo la venta y contrabando de personas. Debido a la demora en la salida de su hijo, María visitó en varias ocasiones a Carmen y llegó a ganarse su confianza. Incluso la dejaba a cargo de su oficina cuando tenía que ausentarse para hacer gestiones fuera de la ciudad de Miami. Se grabaron todas las conversaciones; hasta una llamada por teléfono que atendió María y en la que habló en directo con el encargado de la Oficina de Intereses en Washington, el coronel García. Se hizo un seguimiento minucioso de toda la operación y se recogieron los testimonios del hijo de la señora, desde que Interconsult le entregó un billete de avión y un pasaporte hondureño falso a nombre de Reynol Pereira, hasta la llegada de Carmen a su casa, donde estaba aparcado a unos metros un vehículo que filmó el momento en que apareció el Ford modelo ranchera que traía al hijo de María y a otros cuatro cubanos que habían viajado por la misma vía.
Una copia del testimonio filmado se le facilitó a las autoridades norteamericanas para que obrasen en consecuencia. El Director del Departamento de Inmigración y Naturalización del estado de La Florida habló ante las cámaras y dijo que, con las pruebas que se le habían suministrado, se abriría una investigación a la que calificó de «alta prioridad» para esclarecer los hechos y tomar medidas. Según él, se trataba de una de las formas más groseras de corrupción que implicaba a un Estado cuyos gobernantes y fuerzas de seguridad vendían a sus ciudadanos, asegurando que la magnitud del escándalo merecía que se presentaran cargos federales en contra de los implicados.
Fotos:
1- Coronel Ramón García, quien organizaba desde la Oficina de Intereses de Cuba en Washington la venta y contrabando de ciudadanos cubanos.
2- María Arias y Carmen Hernández.
3- Casa de Carmen Hernández en Miami.
4- María habla por teléfono con Ramón García.
5- Confección de pasaporte falso.
6- Billete de avión a nombre de Reynol Pereira.
7- Carmen llega a su casa con el hijo de María y otros cuatro cubanos.
8- María recibe emocionada a su hijo en casa de Carmen.
9- El Director de Inmigración y Naturalización de La Florida.