Yucatecos en Cuba.
Accediendo gustosamente a la sugerencia del señor Joaquín García, acerca de la presencia de yucatecos en Cuba, lo que puedo abundar a ese respecto es que el arribo de esos peninsulares a la isla, se remonta a la muy lejana data del Descubrimiento de América, cuando los adelantados españoles pisaron tierra continental y establecieron contacto con la Civilización Maya.
Importante resulta señalar que después de este primer contacto, supuestamente “amistoso”, los mayas rápidamente descubrieron en aquel pequeño destacamento, las verdaderas intenciones de los visitantes y se dispusieron a defender su cultura ante una inminente invasión de más envergadura.
La Civilización Maya, muy adelantada científicamente para la época y aunque con cierto dominio del arte de combatir, no lo era tanto en materia de logística militar, por lo que sus espadas de obsidiana y garrotes elaborados de madera y ese material de origen volcánico, estaban en desventaja con las espadas, más largas y de metal, así como los arcabuces y cañones españoles, cuyo tronar y poderoso efecto, sembraba confusión y pánico en las huestes aborígenes.
Muy pronto los colonizadores se hicieron de grandes lotes de prisioneros mayas que, convertidos en esclavos, fueron enviados a Cuba para trabajar junto a los aborígenes originarios cubanos, que ya evidenciaban señales de extinción.
Evidentemente esta primera presencia maya en Cuba no obedece a ningún tipo de migración, sino a secuestro y esclavitud forzada.
Con el paso del tiempo, durante la segunda mitad del siglo XIX, se producían emigraciones voluntarias de origen mexicano hacia Cuba provenientes de Chiapas, Quintana Roo y Yucatán motivados por la demanda de mano de obra reclamado por el auge de la industria azucarera cubana y, aunque el arribo de chinos culíes acapara toda la atención de muchos historiadores por el número, considero que la coincidente presencia yucateca en Cuba aporta una cantidad nada despreciable teniendo en cuenta que se inicia en las postrimerías del siglo XVI de forma ininterrumpida para concluir definitivamente a finales de los años cincuenta del pasado siglo XX.
El hecho de que no exista presencia maya o descendientes actualmente en Cuba, considerando el largo periodo de tiempo en que estuvo produciéndose su arribo, se debe a que migraban por periodos cortos de permanencia, que obedecían a la duración de la zafra azucarera, después de concluida la misma, regresaban a su tierra para quizás volver en próximas campañas, pero en muy pocos casos emprendían el camino de la naturalización.
La década de los cincuenta del siglo XX marcó, paulatinamente, el fin de la presencia maya en Cuba con el regreso al hogar de los últimos trabajadores yucatecos hacia 1959.
La presencia, relativamente masiva, de los mayas en Cuba no fue muy visible debido a que las condiciones de vida en que habitaban, los bajos salarios que devengaban y la barrera idiomática, no les permitían socializar con los nacionales, segregándose en muy pequeñas comunidades rurales hasta el regreso a su país.
Algo diferente ocurría con la inmigración antillana de Santa Lucía, Jamaica y Haití, que, aunque habitaban barracones donde mantenían su estilo de vida diferente al de los cubanos, su propósito era la permanencia definitiva en el país.
Yo conocí a una muchacha maya que cuidaba a los niños de una familia mexicana residente en La Habana de nombre Mirza, nacida en Mérida y muchos años atrás conocí a una mexicana propietaria de un negocio de expendio de carbón vegetal de nombre Bertha, pero ella era oriunda de Monterrey, es decir regiomontana.
Entre la población campesina cubana se ha generalizado el gusto y la preferencia por la música mexicana, pero me atrevo a expresar que esto no tiene ningún nexo con las migraciones mayas de años atrás, porque siendo México un país tan grande, su folclor musical es muy variado y difiere mucho entre sí y los géneros preferidos por los campesinos cubanos son de naturaleza jalisciense y regiomontano que nos llegó a través del cine mexicano con un fuerte componente mariachi y grupero, opuesto al folclor yucateco de componente indígena con soporte de arpa y marimba.
No obstante, agradezco al amigo Joaquín García que me haya motivado, ya que este es un tema interesante y poco tratado y solo deseo que esta apretada síntesis satisfaga su interés y el de mis lectores.